7 y 14 de Diciembre / Foro Polivalente, Biblioteca de México / 18:30h

Otto Castro y Adela Marín

Desde la música Castro propone un resultado más abstracto, que el de Marín. Desde un elemento figurativo transformado, donde el punto de partida son las coplas de construcción colectiva y anónima, que concretan una canción. Esta, una historia de amor y dolor, que se cree tiene sus orígenes en tiempos precolombinos. Se arraiga en el son tehuano, de fuerte raigambre híbrida: española e indígena zapoteca de la región Tehuantepec. Este ritmo, en compás ternario tiene parecido con el vals, cuya instrumentación tradicional utiliza el requinto, la guitarra, el bajo quinto y la marimba. En donde sus coplas están en castellano y lengua náhuatl. Sin embargo, teniendo una melodía que puede estar vinculada al compositor barroco español Santiago de Murcia (muere 1732), cuya partitura viaja hacia México y se vuelve parte del imaginario popular.

Castro reemplaza la instrumentación tradicional, por otra propia del barroco. Utilizando flautas dulces, tiorba, clavicémbalo, junto a la interpretación de sonido digital; a partir de la programación de algoritmos para generar sonido y de transformaciones sonoras de la locución de la artista dramática María Bonilla. Todo esto a través de una estética contemporánea y abstracta.

En el proceso de creación utiliza el análisis espectral del sonido, la lírica de la línea melódica tradicional transformándola, y abstrayéndola en la ejecución de los instrumentos antiguos, involucrando estilos como el puntillismo y la nueva complejidad con exploraciones rítmicas complejas, cuya dificultad es más cercana a la interpretación de una máquina.

Adela Marín más bien; propone una creación que parte de la abstracción de una mujer que no conoce, pero que intuye en muchas problemáticas latinoamericanas y la concreta en la figuración mediante la fotografía y el video. Su obra esta vez contiene un carácter simbólico e incluso narrativo y cronológico pero a la vez asincrónico.

Crea su obra partiendo de referentes europeos e iconos propios latinoamericanos, heredados de lo español, pero mixturados con lo indígena. Para los videoartes, y algunas de las fotografías creadas, utiliza la imagen de la Virgen Dolorosa (presente en muchos países de Latinoamérica), ataviada con vestidos indígenas, utilizándola como sinónimo de La Llorona. Propone una creación mixta, con sus fotografías, investigando e incorporando códices y grabados indígenas (Lienzo de Tlaxcala, Códice Mendoza y el de Tovar), junto los dibujos del álbum de Figueroa (documento gráfico importante de la historia costarricense, que registra desde historias precolombinas hasta eventos del siglo XIX).

Se apropia de la iconografía de las esculturas policromadas barrocas tradicionales y las transforma en creaciones contemporáneas donde conviven huipiles indígenas, objetos, la orfebrería precolombina, encajes muy representativos de las mantillas españolas, junto a historias latinoamericanas, impresas en periódicos que registran la tragedia de las madres de la plaza de mayo. Lloronas contemporáneas de nuestra región. En general, en todo el trabajo se establece una relación con el llanto y el abuso del poder; que hace que muchos lloren ,de diferentes épocas y etnias. Característica básica en la que se funda Latinoamérica como cultura producto de la colonización y la violencia.

Este trabajo se enriquece con la investigación que Marín hiciera en el año 2007, para su proyecto de maestría, en la que explora sobre los arquetipos de vitalidad en lo femenino y las construcciones sagradas, pues, de esta manera elabora una telaraña de relaciones simbólicas en sus imágenes. Partiendo de figuras como La diosa Chihuacóatl (protectora de la raza, los partos y de las mujeres muertas al dar a luz, y diosas del agua como la Chalchiutlicue e imágenes de la Malinche relacionada con las leyendas fundadoras de La Llorona.

En la parte visual, se aprovecha la coyuntura de un trabajo de fotografía documental de parto, de Mario Acosta, para construir un video a partir de sus imágenes, que vincula la parte de la madre en la Llorona. Relación muy conveniente con la leyenda de la diosa Chihuacóatl, de quién se dice en la tradición azteca; es la primera mujer en dar a luz y en abandonar su hijo en un cruce de caminos, además de advertir sobre el genocidio de la colonización española a Moctezuma. Castro utiliza los sonidos reales de estas tomas de parto para construir sonoramente una de sus obras.

Para finalizar es importante decir que este proyecto tiene como característica común la simbiosis de disciplinas, de historias, tiempos pasados y presentes que conviven simultáneamente, esta; una característica muy latinoamericana. Quizá sea el momento de hacer un homenaje a todas las mujeres que lloran por sus hijos o por sus países en Latinoamérica; Lloronas encerradas desde el tiempo prehispánico hasta nuestros días.

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